sábado, 11 de enero de 2014

VIVE y DEJA VIVIR

Agotamos a una persona querida cuando nuestro querer está repleto de exigencias, cuando controlamos todos sus pasos, cuando marcamos territorio, cuando hemos hecho contratos, cuando estamos llenos de promesas incumplidas y cuando la volvemos a atar a una nueva promesa.

SOBRE EL AGOTAR A LAS PERSONAS

Una persona se agota cuando la consideramos un recurso o un espejo. 
Se agota cuando nos aferramos, cuando compramos su libertad a cambio de amor. 
Se agota cuando se cansa de cargar con nuestras expectativas, cuando se harta de simular para caber en su rol, cuando ya no puede ser espontánea con nosotros porque está tratando de acomodarse. 
Agotamos cuando nuestro amor o nuestro odio es intenso pero mezquino, cuando ese amor o ese odio quiere “todas las perdices”, no se contenta con la única perdiz, la necesaria y la suficiente. 
Pasa que abusamos de la gente, eso es agotarlos. 
Agotamos a una persona cuando la tenemos prisionera de un afecto, cuando especulamos, cuando usamos la lógica del comerciante, cuando llevamos una libreta donde apuntamos todas sus faltas y luego vamos, como infames recaudadores, a cobrárselas. Agotamos si celamos, pero también si descuidamos al otro. Agotamos a una persona que
rida cuando nuestro querer está repleto de exigencias, cuando hemos hecho contratos, cuando estamos llenos de promesas incumplidas y cuando la volvemos a atar a una nueva promesa. 
Agotamos cuando lo que amamos en el otro es el amor que nos tiene.
Una persona se agota si nosotros, como parte de su historia personal, le infringimos cautiverio, la arrinconamos a su pasado, no la dejamos ser por nuestros prejuicios, creemos saber todo de ella y la damos por sentada, despreciamos sus intentos de cambio. 
Un guerrero si ama, no agota a su amado. 
Porque trata siempre de tener ojos nuevos para la relación, porque hace que fluya creativamente, porque hace ofrendas y no exige, ni corrige, ni tolera, ni simula, ni amenaza. Un guerrero cuando ama se da, pero no da lo que no puede, lo que es ilegítimo mantener como propio en una relación de poder: su libertad.

 Diego Galo


Cuando un niño no es suficientemente nutrido emocionalmente durante la infancia, va a seguir necesitando eso que pidió, aunque modificará el modo en que formulará el pedido.
La edad no calma la sed. La edad sólo disfraza las necesidades primarias  en otras más presentables en sociedad. El niño necesitado se convertirá en un joven desesperado, ávido, feroz.
Por eso, no importa con cuánta comida se atosigue, cuánta droga lo calme, cuánta agresión drene o cuántas pastillas lo duerman…no va a obtener cuidados maternos.  Esto es consecuencia de una gran equivocación.
Porque toda droga va a requerir más dosis. Toda relación dependiente lo va a llevar a relaciones aún más destructivas. Toda dieta lo va a arrojar a un circuito de  restricciones. Todo acceso al alcohol lo va a dejar más prisionero de sus borracheras. Y toda distancia emocional lo va a colocar cada vez más lejos en su propio desierto.

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Abraham Abulafia, con Mario Sabán