El animal de poder no sólo infunde fortaleza física y mental; también aporta alerta y autoconfianza. Las técnicas que involucran a estos animales han resultado terapias capaces de restablecer el equilibrio de cuerpo y mente. Recuperar la antigua relación sagrada entre el hombre y su entorno natural parece una necesidad para el hombre moderno. Imbuidos en el mundo del tonal, de lo racional y de lo que se percibe con los sentidos, hemos olvidado a nuestros compañeros de viaje. Los animales detentan un conocimiento que puede abrirnos a la percepción de una realidad más amplia que sobrepasa y contiene a la que vivimos y experimentamos a través de nuestros sentidos. El mundo del nagual, el mundo informe del espíritu donde todo es posible, está a nuestra disposición. Y los guías están ahí; nos contemplan todos los días desde las ramas de los árboles o desde el suelo. Nos gruñen, cantan, rugen; es decir, nos hablan, pero nosotros hemos olvidado el lenguaje de la Creación.
Esta relación mágica con el resto de las criaturas no es exclusiva del chamán. Cada ser humano posee un animal protector que forma parte de su alma y cuya pérdida convierte al hombre en un ser vulnerable. Pese a que en Occidente ya no tenemos esta visión trascendente en la que toda forma de vida posee un espíritu inteligente con el que es posible la comunicación, algunas veces el hombre ha sabido encontrar la forma de entablar relaciones de "tú a tú" con sus compañeros de viaje: los animales.
Cada especie detenta un poder, un conocimiento y unas habilidades propias. El hombre de las culturas tradicionales y el chamán lo saben. No sólo somos parientes biológicos, sino también hermanos espirituales y hubo un tiempo en el que sabíamos hablar con ellos. Nuestra civilización moderna les ha negado el alma y obstinada en considerarlos como máquinas vivientes ha olvidado el lenguaje que teníamos en común: el idioma de la Creación.
La comunicación se hace con el "poder" o espíritu del animal, denominado sicun en la lengua de los sioux. El protector del famoso jefe Toro Sentado era el águila, su animal de poder. Este caudillo se había salvado de una forma milagrosa en numerosas situaciones de peligro. Se le atribuía la capacidad de comprender la "voz de los animales" y los pájaros le hablaban, previniéndole de las asechanzas. Precisamente fue una alondra la que predijo a Toro Sentado que perdería la vida a manos de sus propios hermanos. Su padre, a su vez, había sido un poderoso guerrero-brujo que encontró a un bisonte que hablaba y que le dio el nombre que debía ponerle a su hijo.
Alce Negro: un hombre sagrado Sioux:
Los animales le hablan porque él está destinado a ser un profeta entre su gente. Para Alce Negro los animales no son sólo un recurso o un bien natural. Son seres espirituales de gran poder, hermanos de pueblos diferentes, pero capaces de otorgar al ser humano sus propias habilidades y conocimientos.
Cada ser humano posee por tanto su propio espíritu guardián, al que los indios americanos, como los salish de la costa o los okanogon del estado de Washington, llaman "el animal de poder". La persona que es capaz de retenerlo y emplear su fuerza posee el conocimiento, no de un animal en concreto, sino de toda la especie. Este animal se aparece en las visiones, a menudo en su forma zoomórfica, pero también puede hacerlo tomando el aspecto de un hombre.
Precisamente, el concepto de animal Tótem, o animal de poder, surge de las culturas que creían que todos nacemos acompañados del espíritu o energía de un animal, y que éste se queda con nosotros toda nuestra vida, influenciando nuestra forma de ser. Pero también pueden unirse a nosotros otras energías de animales que nos ayudan parte del camino para superar diferentes experiencias. Cada cultura desarrolló su propio lenguaje con los animales, dándoles diferentes pero, a menudo, similares significados. Para los Celtas el salmón era el animal más sabio, pues era el más antiguo de todos los animales. Para los Indios Norteamericanos el lobo era símbolo de familia. Curiosamente el caballo en casi todas las culturas surge como el animal sobre cuyo lomo lleva a los hombres al Reino Celestial, siendo capaz de trasportarnos a otros planos mentales o espirituales.
Pero también aparece una estrecha relación entre nosotros y los animales en las religiones más recientes como la cristiana y musulmana.
El poder de la aparición de la ALONDRA; animal tótem
Alondra. Es una de las aves afortunadas representativa del amor, la alondra también puede predecir futura salud o enfermedad. Si una persona enferma ve una alondra posada en una rama, puede determinar la posibilidad de recuperación. Si la alondra vuelve su cabeza en dirección contraria al enfermo, el padecimiento continuará por algún tiempo. Sin embargo, si mira directamente al adivino, pronto recobrará la salud.
LA ALONDRA
Reflexión de San francisco de Asís:
EL PAJARO Y EL ALA.
El pájaro es símbolo de ascensión y elevación. En el dominio simbólico, el pájaro posee alas o signos de elevación. El ala desanimaliza al
ave en provecho de la función del vuelo. Francisco en los pájaros veía el
símbolo ascensional y por lo mismo el medio de purificación y elevación.
La alondra es un ave que se remonta muy alta y se queda mirando
al sol. En simbología esta avecilla aparece como el pájaro «urdico» por
excelencia, pura imagen espiritual. Francisco tuvo predilección por estas
aves porque en aquel pájaro ceniciento y encapuchado vio inmediatamente simbolizado al fraile menor .
El símbolo ascensional del pájaro se opone a los símbolos de caída. Por su ligazón con el sol, el cielo, la espiritualidad y la potencia se opone a las tinieblas.
Es el sol levantado de la noche el que está asociado a la alondra: de aquí proviene la espiritualidad solar de San Francisco.
Simnoliza el ángel vigilante del alma que espera la venida del espíritu.
Es que el arquetipo profundo del delirio de vuelo: no es el pájaro-animal sino el ángel. Él aproxima la tradición judeocristiana o la multiplicación de las alas al símbolo de pureza: ángeles, arcángeles y serafines.
Parece que tanto la alegría exultante de la variada multitud de pájaros son un presagio divino de cómo el cantor y adorador de Dios —elevado sobre las alas de la contemplación había de ser exaltado en aquel lugar mediante la aparición de un serafín.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Solo se admitirán comentarios de usuarios registrados con perfil real, email, IP verificable. Perfiles de identidad falsa o creados con fines no construtivos no serán tenidos en cuenta.